top of page
  • Foto del escritorMack

Saturno grooves nos trae psicodelia dura y alucinante con Cosmic echoes



Desde Durango, México, suena una banda con trayectoria y buenos riffs, llamada Saturno grooves. El trío conformado por Adolfo Solís en batería y voz, José Peyro en lira y voces y Óscar Cisneros en el bajo, lanzaron en 2020 su último álbum de estudio, titulado Cosmic Echoes, donde se conjunta el hard blues, el stoner/doom, la psicodelia, la improvisación; en 2014 publican su primer sencillo como banda, pero es hasta 2015 cuando sale a la luz su primer Ep, de título homónimo, desde entonces hacen ruido del bueno en distintos foros y eventos tanto en Durango como en varias locaciones de la Ciudad de México. A partir de seis tracks, nos llevan a dar un paseo dentro de nosotros y fuera del sistema solar, como ellos anuncian en su página de Bandcamp: "Cosmic echoes está inspirado en la conexión humana con el cosmos, su intento de conocer y comprender la naturaleza del mismo, el uso de psicodélicos como puente de comunicación...". El álbum, en otras palabras, y en el poco entendimiento de este su servidor, es una conexión sideral con la bastedad del universo y lo complejo de la mente y la naturaleza humana, que nos lleva desde lo más ajetreado y complicado hasta la calma y la relajación.



El disco comienza con Fire Dome, una rola que de inicio muestra la fuerza y la intensidad de este power trío: la lira comienza con un sonido potente, cascado, al que se le unen de inmediato bajo y batería para dar mucha corpulencia a lo que la guitarra desata, luego se escucha una lira ambientando con unos arreglos muy chidos y ad hoc a este inicio. Es como si emprendiéramos el viaje, como si el lanzamiento fuera ese inicio magistral y poderoso que mantiene la energía por casi toda la rola, sólo se detiene un momento con bajo y batería, como si indicaran que todo está bien, que el lanzamiento ha sido perfecto y el viaje comienza sin ningún contratiempo. Una vez ya perfilados hacia lo más profundo, que hemos sido víctimas de un ritmo duro y enérgico, este baja, se nos deja caer encima con toda su densidad; el riff tiene poca variedad, pero es la suficiente para hacernos sentir la opresión de una atmósfera densa y agobiante. Forever Zero es la segunda rola, inicia con el bajo con un groove buenísimo, un sonido profundo y grave, clásico, al que se le unen batería y guitarra para dar una melodía bien psicodélica. La canción avanza con un sonido hipnótico, las seis cuerdas tienen un toque de delay que le da un carácter espacial a la rola, tranquilo y casi etéreo, repentinamente, por un par de compases se pone potente la rola: el mismo riff pero más grave y con distorsión. La voz de se deja oír un poco, a la lejanía, como si lo captáramos apenas y la música se calma, se vuelve apenas una base para lo que nos murmura. Esta parte con voz sirve como puente para un cambio de riff y de ritmo, por uno ligeramente más veloz, que da pie a la psicodelia, a los sonidos improvisados pero que encajan muy bien entre ellos y que se resuelven con un riffs más veloz, intenso, que da la sensación de vertiginosidad, y es con ello que la canción cierra.



La tercera rola es la que da nombre al disco, Cosmic echoes, y continúa con la sensación psicodélica/mística de la rola anterior, sólo que en clave más tranquila: la guitarra arpegia los acordes con un toque de distorsión y delay, el bajo incluye algunos arreglos, hasta que la batería con un fill, indica la entrada a la parte principal de la rola: muy parecida al inicio, con la batería ahora sí marcando el ritmo y dando unos bueno chingadazos, el bajo apareciendo con un groove peculiar y añadiendo algunos arreglos para complementar su participación, mientras la guitarra no se inmuta con los arpegios. Al fin, dan un parón en seco y comienza un nuevo riff, más estándar, que sirve de base, junto al bajo y la batería, para los soleos que José va desarrollando conforme la canción avanza y conforme se va a intensificando la melodía. Vuelven a frenar después del in crecendo de intensidad que hicieron, dan paso al bajo que da el riff que seguirá en la rola. Con este mismo riff, se incluye la voz, nuevamente a modo de susurro o voz lejana que, al terminar, todo se vuelve más intenso y pesado, el mismo riff pero con mucha potencia; la misma voz nos indica, estamos en un viaje hacia el interior, una introspección pausada que se intensifica y se vuelve calmada hacia el final. Sigue Celestial tunnel, una rola con un riff bien bluesero que se repite de inicio sólo con la guitarra, pero pronto el bajo le secunda y la batería da el ritmo con unos golpes certeros pero que explotan bastante bien el groove. Para hacer el cambio, hay un intercambio entre lira y batería y bajo: los primeros suenan, el segundo contesta. El nuevo riff al que le dan paso es más intenso y más ágil, lo acompañan con unos arreglos de lira bien fumados, dan un parón nuevamente y el bajo vuelve con un riff bien groovero muy chingón, que después la lira repite con un sonido bien clásico, además, en esta ocasión, un órgano de fondo ambienta esta parte de la canción. El viaje, aunque más ágil, es más suave en su mayoría: una vez que surcas el infinito, pocos estruendos y contratiempos se te presentan, pero los hay, como en la parte final, donde vuelve a subir la intensidad de la música, el ritmo es espeso y enérgico, como una turbulencia.



Las dos últimas rolas son las más breves, la penúltima se titula Blind fate, la lira acústica y la voz están a cargo del baterista de la banda, Adolfo, y es una voz en eco que suena como una voz mística que nos llama desde otro plano, mientras la lira, invariable, nos lleva a un trance. Por último, Dark matter, hace un contrapunto bastante chingón, comienza potente, con un feel bien metalero: riffs bien ágiles y crudos, la batería en chinga, como si fuera hardcore. Una forma interesante de cerrar: mientras todo estuvo al rededor de la psicodelia y un poco el stoner/doom, esta última rola revienta todo lo anterior, la antimateria, la materia oscura, opuesta a todo el disco: un desenfreno total y duro que nos lleva al estrépito. Sin duda, un discazo el cual me arrepiento no haberle prestado oídos antes (sirva de anécdota que el Sasquatch Campos lleva meses recomendándomelos y por una u otra razón olvido prestarles mis oídos), pues es una bandota con un sonido sólido y contundente, aunque ellos mismo comentan que su base fue la improvisación, pareciere que todo ha sido perfectamente planeado, todo indica que el nivel de compenetración como músicos es mucha, además de su virtuosismo para crear con tanta facilidad. No sé si su propósito de conjugar lo interno y lo externo, lo cósmico y lo íntimo sea un éxito, no creo en poderes ni seres superiores, pero si puedo decir que un viajesote tanto hacia el interior como hacia lo inexplorado, es latente y exitante si te dejas llevar por los ritmos y los sonidos que este power trío nos tiene. Espero que pronto tengan nuevo disco (y ahora sí no perder el tiempo y escucharlo a la primera oportunidad) y que tengan visita pronta a CDMx. No se le olvida, mi rola favorita es la que abre el disco, Fire dome, me pareció que tiene mucha fuerza, comienza poderoso y ese poder lo mantienen y manipulan para crear efectos muy chingones en nosotros sus escuchas.


Para escucharlos y estar al tanto de sus lanzaientos:


Para seguir su actividad y sus novedades:


Como nota adicional, Cosmic Echoes está para descarga Name your price: si puedes dar algo, dalo para apoyar a la banda, sino puedes descargarlo gratis.

-Mack


Entradas recientes

Ver todo

Santa sangre vuelve con nuevo álbum, Rock

Hace seis o siete días, en su recién creada página de Facebook, la banda oriunda de Mérida, Santa Sangre , anunció el lanzamiento de su...

コメント


bottom of page