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La segunda parte del tétrico doom de Oculto: Penumbra


Allá en 2018, Gerson y Adán se unen, por la coincidencia entre ambos de gustos musicales, para formar el power dúo Oculto, el primero en tupiendo la bataca de chingazos duros y certeros, mientras el segundo le rasga macizo a las cuerdas gordas. Quizá lo primero que se viene a la mente al pensar en una banda en la que sólo hay bajo y batería es que le hará falta "algo", que quedará "vacío" por la falta de guitarra; todo lo contrario, el sonido, característico ya de la banda, es fúnebre, profundo, digno de cualquier escena en la recorremos alguna catacumba antigua en búsqueda de historias macabras, lo logran a través de los ritmos densos, las frecuencias bajas y las atmósferas de samples y/o teclados. Su segundo material simplemente es una loa entera al horror, a la ansiedad de pensar que algo nos observa desde cada sombra, al ocultismo y la brujería.




A inicios de 2022, el dúo lanza Penumbra bajo el sello LSDR (Loud, Slow and Distorted RIffs), con un arte que ya nos adelanta a lo que nos encontraremos: Un fondo naranja con letras formadas con humo, un árbol que sirve de resguardo a pequeños demonios que deambulan entre restos, una aparente entrada al inframundo. Y eso es lo que se refleja en la canción que abre el disco, titulada Satánica, en el sample, una voz de mujer rezando el padre nuestro acompañada de un sonido de atmósfera, para, de inmediato pasar al sonido crujiente y espeso del bajo de Adán, seguido de un beat de batería bastante lento y pesado. Pareciere que estamos ante un cortejo fúnebre o una misa negra; la voz de Adán pareciere provenir del fondo de una caverna: suena envolvente, con mucho chorus y un poco de delay para darle ese efecto ultraterreno que termina por darle a la canción ese toque escabroso. A tres cuartos de la canción, después de un brevísimo lapso de tranquilidad, la potencia sube: Gerson torna la batería más violenta, ligeramente más rápida pero mucho más intensa en la cantidad de golpes y la fuerza que se escucha en ellos, mientras que el bajo cambia el riff y la tónica de la canción, la misa se ha convertido en una persecución abrupta, como si hubieran descubierto a un intruso en medio del ritual y ahora su vida dependiera de qué tanto se deja apresar por el miedo.


El segundo track del disco, una canción totalmente instrumental, se titula Llora sangre. Su comienzo es con un riff de bajo con wah, lento e inquietante, al entrar la batería, cesa el wah y Adán enciende el fuzz, para que él y Gerson continúen por la misma línea marcada al inicio pero con sutiles diferencias en la batería: de pronto los golpes incrementan tanto en cantidad como en fuerza, como si nos llevaran a un in crecendo que, al estar próximos al clímax, cambia el riff: notas sostenidas, un groove más reposado, que evoluciona a una parte más densa y oscura. Aunque el feeling de la canción sigue siendo tétrico y turbio, se diferencia bastante de la canción previa porque pareciera más el soundtrack de una película de terror que se lleva a cabo en una mansión embrujada, es decir, tiene más de fuerzas sobrenaturales que están al acecho (sin necesidad de una invocación o ritual para que aparezcan). El tercer track, Memento mori, abre una nueva puerta a otro infierno personal con un remate de batería, seguido por el riff principal en el bajo. De nueva cuenta, la voz de Adán, con mucho chorus y un poco de delay, canta como si se tratase de una voz lejana y envolvente, sin embargo, en esta ocasión esa voz no emana de una cueva, sino de uno de los rincones más olvidados de nosotros mismos, recordándonos que moriremos, que "Ya no hay luz que encontrar,/ no somos nada, no habrá paz". Al terminar de cantar, cambia el ritmo por uno más abrupto, la batería marca un ritmo intenso, casi rabioso, el pasaje transmite ese vértigo que se siente en esos momentos en lo que, acosados en la noche por nuestras propias voces, descubrimos nuestra mortalidad, nuestro paso fugaz por la vida.

De la penumbra comienza con un beat de batería bastante tribal: puros tambores en el groove, puro golpe seco, cercano a un ritual pagano, tribal. El bajo entra con puras notas sostenidas en los primeros compases, luego ya inicia el riff completo acompañado de una batería con golpes más fuertes y contundentes que los del inicio. Sería una buena canción para acompañar escenas tribales fuertes, llenas de violencia; sin duda la batería es vital en esta canción, pues Gerson a partir de matices y cambios en el groove nos va guiando por selvas donde los ojos que vigilan nuestro paso no son de animales precisamente. El bajo por momentos ambienta, por otros más, con riffs viscosos y opresivos, nos pone paranoicos, atentos a nuestro al rededor. El siguiente track, Dance macabre, también instrumental, da comienzo con un sample donde se escuchan pies danzando con una especie de ¿armónica? (honestamente no sé qué tipo de instrumento sea, pero pareciere de los que se utilizan en danzas ceremoniales prehispánicas), seguidas del sonido del bajo con efecto de delay, tocado lento, advirtiéndonos con ese tono fantasmal que comenzará algo denso y funesto; y en efecto, la canción, a mi ver, es la más pesada del disco, en la que se transmite más energía y fuerza, pese a ser una canción de doom, es decir, lenta, como si de repente la atmósfera nos presionara más y más. Sin duda, junto a Satánica, mi track favorito de este segundo disco de Oculto.



Fvnebre, el sexto y penúltimo track, tiene como invitados a Miguel Vázquez en los teclados y Rolo Riemer en el solo de guitarra. El teclado que está presente ambientando y armónizando en caso toda la rola, junto a la voz de Adán que, como en las otras dos canciones que tienen voz, tiene chorus y delay, que le da ese tono espectral, de ultratumba, ad hoc para la canción. Fvnebre tiene un aire de película de terror clásica, entre los años 20 y 50, quizá, en las que el uso de teclado tenía la intención de dar un ambiente tétrico y fantasmal. El solo de guitarra le da un toque bastante dramático a la canción, creo que es el punto álgido: mientras bajo, teclado y batería acompañan con mucho poder y espectralidad, Rolo se desata y nos deleita con un solo que añade mucho dramatismo a la canción. Para cerrar el álbum, Zangbeto es ideal, pues el sonido seco y fuzzeado del bajo, el ritmo de la batería y los matices con los que juega Gerson, continúan la línea del disco, sin embargo, tiene un sabor distinto, quizá no tan lóbrego, evocador de algo nefasto, la siento un poco más neutra. Con ello no quiero decir que no sea una canción que transmita el poder de la banda, sólo que no tiene esa intención oscura y sobre natural del resto del disco, suena más como el acecho de algo inminente, como si de pronto nos fuera caer la maldición y la ira de todos los dioses; en su lugar, nos cae encima la densidad de los riffs de Adán y los golpes de Gerson, no como maldición, pero sí como un augurio, algo que nos quita la tranquilidad. Eso último es donde más se vincula con todo el disco, lo inquietante.

Penumbra es un disco bien hecho de inicio a fin, que desde la primera vez que se escucha se nota que cada canción tiene intención propia, que cada uno de los tracks de este disco está compuesto con una finalidad distinta y transmite distintos matices de las emociones más recurrentes. En general, su estilo inconfundible, la capacidad que tienen de moldear ese sello único para que adquiera a cada canción una esencia inconfundible. Cabe destacar que escucharlos en vivo es una experiencia totalmente distinta, no porque la grabación o en vivo suenen uno mejor que otro, para nada, sólo suenan distinto, como si en vivo Oculto se diera la libertad de jugar con esa capacidad de transmitir de sus composiciones y añadirle o quitarle a la esencia original para darnos algo nuevo pero conocido. Penumbra es un disco que definitivamente muestra la capacidad como músicos del power dúo, y un gran exponente del stoner/doom mexicano.


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-Mack

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