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Fuzz, motores y desierto: El segundo disco de Electric mountain, "Valley Giant"


El power trío mexicano poca presentación necesita, pues ha conquistado escenarios nacionales e internacionales con su rock lleno de fuzz, fuerza, sonidos potentes y rastros de los 70, 90 y dosmiles, que no sólo me ha dejado con la efervescente sensación auditiva de estar ante un sonido chingón y retro, también tienen un aire fresco, bien hecho y que mucho tiene que transmitirnos como escuchas. Compuesto por Gibrán Pérez en las cuerdas altas y las cuerdas vocales, Max Cabrera en los tamborazos y los platillos y Jorge Trejo en las cuerdas gordas, Electric Mountain sacó su disco debut homónimo en mayo de 2017, bajo el sello de Electric Valley Records; se trata de un disco bien hecho, en el que se notan las influencias noventeras en los riffs y los solos como las setenteras en la voz y el sonido. Cinco años más tarde, vuelven a nuestros oídos con un trabajo buenísimo de inicio a fin, y muestran que la calidad musical y la fuerza de sus composiciones no se ha perdido en absoluto. Su segunda producción se titula Giant Valley, disco con el que dan continuidad a su trabajo anterior, pero no a modo de fórmula repetitiva, sino dando un salto importante en cuanto a su sonido, aún más vintage que el anterior, y composiciones más duras y enérgicas.


Giant Valley tiene un total de nueve canciones, nueve formas de sentir y recorrer el desierto a través de riffs de guitarra y bajo bien elaborados y un ritmo de batería pesado y bien preciso para el groove de cada una de las canciones. El intro, Great hall, trae un ritmo denso, cercano al doom, que al final de las primeras cadencias pareciere que va a despegar con un riff enérgico; la guitarra comienza con un solo bien setentero, dándole otro color a la canción: si el uso de un sonido de fuzz clásico lo diferencia del utilizado en el doom, más atascado, más pastoso, estos arreglos de guitarra ya nos anuncian que estamos frente a un sonido bien desértico. El ritmo se acelera, se vuelve más groovie y el solo de guitarra más vertiginoso; comienza a abrirse paso el sonido que tendremos presente a lo largo del Lp.

Outlanders comienza por todo lo alto: golpes intensos al unísono de los tres instrumentos para dar paso a arreglos de guitarra y darle más dinámica a la canción; sin perder fuerza, la rola avanza hasta el coro, más dinámico que el estribillo. Vuelve nuevamente el riff principal acompañado de un arreglo de lira bien setentero. En el puente, el bajo sobresale marcando primero el riff de esta parte, luego se acompaña en agudo la guitarra, cambia el ritmo, Gibrán se rifa un solo mientras Max y Jorge mantienen una base rítmica bien ponchada y acelerada. Morning grace es el siguiente track del disco, el cual inicia con un riff de bajo con wah y fuzz al puro estilo Al Cisneros o Tatsu Mikami: potente, bien estructurado y con un sonido muy profundo; se le unen guitarra y batería para realizar un inicio ponchado y lento, nuevamente rozando el sonido del doom. Mediante una escalonada de notas, la canción cambia de ritmo y entra la voz de Gibrán a cantar el estribillo, acompañado de la melodía bien retro, con un fuzz que pareciera que los amplificadores estuvieran jodidos y un riff hecho para menear la cabeza de forma enérgica. Un breve puente entre los estribillos nos augura la forma del coro: denso, pausado, dándonos un respiro del estrépito de la parte anterior de la canción. La rola se complementa, además de los coros y los estribillos, con un intenso pasaje musical con varios solos de guitarra, pasajes densos y bases rítmicas hechas con bajo y batería que intensifican el pasaje, al que se añade, además, un solo de bajo bien potente.



Void, el cuarto tema, comienza con un pasaje de batería que ya augura una canción densa y poderosa, y en efecto, la guitarra ruge con enorme intensidad, el bajo suena profundo y con apenas un poco de fuzz. Pesado como el vacío que, de una forma u otra, llevamos dentro, esta canción resalta por la fuerza que transmite, por la carga excesiva de contundencia con la que tocan esta pieza, como si vagáramos sin rumbo por el desierto, esperando básicamente nada más que un paraje desolado y árido que nos acompaña a cada paso. Fistful of grass, por el contrario, es una rola que inicia con un riff prendido, más movido que el del track anterior, como si en esta ocasión cruzáramos el desierto en moto y el rugir del motor regresara en eco hacia nosotros, mientras avanzamos entre la arena caliente y la libertad que el viento en el rostro nos permite sentir. Repleta de riffs de bajo excelentes, un sonido de guitarra bien clásico además de unos solos buenísimos, todo acompañado de una batería machacona y contundente, el contraste entre la canción anterior y esta se vuelve más latente.

Desert ride es el tema con el que inicia el lado B de Giant Valley, un inicio excitante con el sonido del motor de una motocicleta, a punto quizá de recorrer a toda velocidad el desierto, que nos está esperando como un llano abierto a la exploración, a la sensación de adrenalina y poder. Si en Fistful of grass tuvimos una probadita de libertad y de sensaciones que hacen agradable el viaje, en esta canción la potencia y la fuerza se hacen presentes, el recorrido por el desierto se vuelve un viaje en el que se desatada la energía, acompañados de un beat de batería rápido y riffs que denotan velocidad y vigor, todo sin necesidad de ir a tempos muy acelerados, simplemente con la maestría de reflejar la vertiginosidad de un viaje liberador en moto. Vulgar planet comienza con un ritmo de batería muy chingón, se introduce la guitarra y luego bajo, dando el tono retro que tiene toda la canción. Entre el heavy rock setentero y el hard blues, la canción tiene un gusto más denso y quizá un tanto más bajoneado, rompiendo el tono que llevaba el lado B del disco: ya no estamos en el viaje, sino, quizá, en la recta final, donde todo se va volviendo más caótico y ralentizado.




A punto de finalizar el disco, queda una canción digna de poner sobre relieve, At last everything, rola acústica que, con quienes llegué a compartir comentarios sobre el disco, todos concordamos en que es una de las mejores del disco: sin necesidad de conectarse a un amplificador y alocarse (como se debe), también se puede hacer una canción stoner chingonsísima, que transmite un chingo de fuerza. Los arreglos y las voces son geniales ¡y el solo de guitarra eléctrica que se incluye es una verdadera pasada! Sin duda una canción muy rifada y un acierto muy bueno poner casi al cierre esta canción, pues es como encontrarse un oasis casi al final de una larga jornada de deambular por los sonidos estridentes y pesados de Electric Mountain. Por último, una canción instrumental muy chida, A thounsand miles high, canción en la que se aproximan bastante al rock psicodélico: riffs más ligeros, más largos y groovies y una batería un tanto más tranquila. Conforme avanza la canción, escuchamos una mezcla interesante de momento bien stoner y pesados junto a pasajes psicodélicos que no pierden la fuerza que tienen otro momentos de la canción, por el contrario, sube la intensidad.


Sin duda, cada rola es una verdadera pasada, un stoner muy bien hecho y que me ha dejado con un deleite auditivo que durará largo rato. Destaco entre las rolas Void y Morning grace como mis favoritas (no digo que sean las mejores, porque en eso siempre habrá conflicto entre quienes somos fans de la banda), porque la vertiginosidad de los cambios así como los temas y la fuerza se me hicieron buenísimos. Una escapada por el desierto y verlo a través de todos sus matices y de nuestros propios matices sería una forma en que podría resumir la experiencia de haber escuchado Valley Giant. En este disco se nota la evolución sonora de la banda con respecto al primero disco, pues este Lp no es continuación de la fórmula exitosa del primero: se enfocaron en un sonido más vintage y lo combinaron con un stoner noventero que nos recuerda a Fatso Jetson, Orange Goblin, Sleep entre otras más tanto de los noventa, los dosmiles como del hard rock y blues de los 70. Otra diferencia que a mí me parece sustancial, es que, aunque ambos discos tienen la misma esencia, Valley Giant me parece más elaborado en cuanto a la construcción de cada canción, que se nota el trabajo que hay detrás de la composición. En fin, el power trío mexicano nos da una muestra de lo que son capaces como músicos y el reconocimiento que han ganado con su stoner tan bueno se lo tienen bien merecido y lo han labrado a pulso.


Para seguir su actividad:


Para escuchar Valley Giant:


Para escuchar ambos discos y apoyarlos directamente:


-Mack

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