Formada en el año 2015, Comanchet es una banda potosina dispuesta a hacer cimbrar los oídos con su música explosiva. Conformado por Rafa Medellín en la voz, Sasquatch Campos en la guitarra, Peter Navarro en el bajo y Vlad Puentes en la batería, han hecho ruido severo y potente en varios estados de la república, participando incluso en el Hell & Heaven Metal Fest 2020, y próximamente, compartirán escenario con otras dos bandas excelentes del norte del país: 3 Wheeler Band y Moonwatcher. Su música es el reflejo de un arduo trabajo a lo largo de los años que llevan tocando juntos, culminando una parte de este empeño en el lanzamientos, hace un par de meses, de su disco LP "El camino a la herejía pura".
Al revisar la evolución de su sonido gracias a los EP previos a este disco, podemos percibir como han ido puliendo las canciones que se recopilan en este disco de largo aliento. Sin embargo, no hay que dejarse llevar: aunque "El camino a la herejía pura" recopila las canciones de sus EP's "El camino" y "Herejía pura", es perceptible que han metido mano a la mezcla para mejorar el sonido, y dejarnos versiones que podríamos considerar definitivas, maduras, con un sonido crudo y potente. En pocas palabras, "El camino a la herejía pura" es un trabajo consolidado, fuerte, que en cada riff, cada golpe a la batería, cada desgarrador grito de Rafa, connotan el trabajo detrás de cada canción, y no un simple recopilatorio del trabajo previamente publicado.
Ellos reconocen que entre sus principales influencias están Red Fang, Whores, Mastodon, High on fire, Truck fighters, 1000 mods, John García y Black Sabbath, influencias que se notan en el sonido que logran como agrupación. Sin embargo, al escuchar el trabajo realizado por este enorme banda, no me saco de la cabeza la posible influencia de bandas de punk y hardcore de los 80 y 90, principalmente de Minor threat, Madball y hasta cierto toque de los Casualties. La fuerza, la velocidad y, sobre todo, la crítica que hacen en la canción "El negocio", segundo track del disco y que a mi ver, se acerca bastante al punk/hardcore más contestatario, pero sin perder la esencia stoner que le da ese poder indiscutible al cuarteto potosino.
Pero no hay que adelantarnos tanto, pues no quiero dejar nada en el tintero al hablar de este disco. Lo primero que escuchamos al reproducir "El camino a la herejía pura" es un remate de batería que da entrada a unos riffs densos, pastosos, que ya auguran, por el título, de qué va la canción: temática oscura, constantes alusiones a la brujería y adoración al 'chamuco', se trata de "Magia negra". La combinación de fuzz, densidad, una voz rasposa a la vez que melódica, crea la atmósfera perfecta para la temática: nos pone en el centro del ritual, nos hace danzar y agitar la melena con los chamanes al ritmo comanchetezco. El segundo track ya mencionado, "El negocio" cuyo comienzo es poderoso, lento, augura una canción aún más oscura que la primera, sin embargo, la letra y las notas que componen esta canción ya advierten que, aunque la temática es oscura y desesperanzadora, no hay elementos sobrenaturales ni demoniacos: la enajenación y la destrucción del ser humano por sí mismo. Una canción llena de crítica, como ya había advertido, cercana por momentos al hardcore y al punk, pero que conserva sin más ese toque stoner, donde el heavy y el fuzz se presentan para darle mayor fuerza.
Tanto "3 a.m.", como "Desconocido" "Íncubo", "Agonía" y "El aquelarre", siguen la tónica de la temática oscura, refiriendo tanto a demonios, la existencia post-mortem, aquello que aterra al ser humano desde su ser más primitivo. No sólo me refiero sólo a la lírica, sino a las referencias mentales que se crean en conjunto a la mente, pero la unidad temática no vuelve monótono cada uno de estos tracks, por el contrario, Comanchet nos ofrece una forma de crear la sensación de paranoia a los ultraterreno de formas distintas: en "3 a.m." un riff con cadencia psicodélica comienza la canción, una mezcla entre un groove que promete "la psicodelia eterna" (pero que se posterga hasta el track 6, "Garabato") y que nos sumerge, a la vez, en un cuarto oscuro mientras escuchamos una voz que nos guía al camino de la maldad, y no sabemos si es sobrenatural o psicosis. Mención "honorífica" tiene para mí la canción "El aquelarre", al momento de que Rafa comienza a cantar "Suenan las campanas..." sabes que es una melodía que te acompañara todo el día, martillándote incesante las neuronas. Esto último no es en absoluto despectivo, por el contrario, tanto la melodía, la voz y la letra, se te quedan en la cabeza, queriendo más, deseando que esa canción dure, mínimo, 15 minutos más.
"Taarna" es un tema más próximo a un hard rock o un blues bien duro, una canción para ir en motocicleta recorriendo extensas carreteras a gran velocidad, o para sacudirse de forma más enérgica, armar el pogo y sacarlo todo. "Garabato" resulta una mezcla extraña de letra psicodélica, donde esperarías una melodía más bien sinuosa, en lugar de esas cadencias pesadas que acompañan a la voz; llamo 'extraña' a la combinación porque la melodía y la letra arman un entramado interesante por demás: el éxtasis de la psicodelia junto a los riffs hipnóticos del doom. El comienzo de "El camino" se acerca mucho al punk en su forma: riffs rápidos, golpeteo intermitente del bombo, y si el bajo en otras canciones suena con mucho ataque, muy cercano al sonido del bajo en el hardcore, el punk e incluso en algunos géneros del metal, en esta canción me parece que tiene mayor presencia ese singular sonido las cuatro cuerdas; semejante a "Taarna", es una canción para echar desmadre y darse con todo en el mosh. El disco cierra con "Máquina infernal", una rola que inicia con un bajo saturado, con fuzz y cadencia semejante a las líneas de Geezer o Al Cisneros, mientras el sonido retro que tiene la rola, la fuerza que va agarrando conforme avanza, nos transporta inmediatamente a la escena setentera: rock psicodélico, pesado, con aires punks que nos llenan de energía. Un estupendo cierre para un disco que vale mucho la pena escuchar y tener entre la colección de discos.
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