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Sherpanaut nos presenta su disco debut, Sagarmatha

Actualizado: 18 feb 2023




Desde el año pasado, había llegado a estos cerosos oídos el nombre de Sherpanaut, que iban a tocar en tal foro, que armaron el rock con tales y cuales bandas. Tristemente, las veces que se presentaron no tuve oportunidad de verlos en vivo (y fue más de una), sin embargo, no dejaron de llegarme noticias de ellos, hasta que supe, gracias a Rolo Riemer, que lanzaron su disco con el sello Cokradu Records. Al escucharlo, tuve una sorpresa agradable: me imaginaba (quizá por las bandas con las que han tocado) que era una banda de stoner/doom/psych, cosa que al escuchar el disco confirmé, pero grato fue escuchar a una banda que encontró un gran sonido en la fusión del desert y el stoner, junto a los sonidos retro que tiene la banda... ya entraré en detalles sobre ello, que para eso estamos aquí. En fin que, después de la primera escuchada, lamenté no haber ido a verlos en vivo y tener ya de primera mano su sonido en la cabeza (aunque eso haya restado sorpresa a la primera vez que escucho el disco).


Sherpanaut fue fundada en 2018, con integrantes provenientes de otras bandas: Pável en la guitarra, Pablo Barajas en el bajo y Roberto Vega en la batería, ellos comienzan y hasta hoy son parte de este power trío de stoner/doom/pych instrumental, hasta que la pandemia, como a todos, vino a frenar un poco el trabajo que estaba armando este power trío. Han sido Influenciados por bandas de blues, stoner, heavy, como Kyuss, Sleep, Jimmy Hendrix, Pink Floyd, Tool, Muddy Waters, entre otras más, según me ha contado Pablo, el bajista de la banda. Sin duda, la manufactura de las rolas deja en claro las influencias antes mencionadas, con un toque retro/setentero muy bien logrado. A través de seis tracks, el trío nos lleva, a partir de melodías pesadas y atmósferas sugerentes, por las ideas que fundamentan a la banda. Según Pablo me cuenta, Sherpanaut proviene de la mística de los Sherpas, una tribu del Tibet, como una forma de estar entre lo terrenal y lo cósmico, un "navegante" de los sherpas que anda entre lo físico, lo material o lo etéreo, el universo y lo desconocido; por otro lado, el título de este álbum debut es Sagarmatha, que en nepalí quiere decir "cabeza del cielo" (según me cuenta Pablo), por lo que tanto nombre de la banda como del álbum están férreamente vinculados entre sí, sugiriendo un estado elevado de lo terrenal.


Y justamente, con esta sugerencia sonora, comienza el disco; Centaurus, el primer track da inicio con una campanilla y de fondo, sonidos (sub)graves y cavernosos, por poquito más de minuto y cuarenta, como si nos estuvieran preparando para una experiencia mística/espiritual; después de esta parte, entra la guitarra con un riff contundente, acentuado por la batería, que se queda sola por un momento para marcar el tempo y la energía con la que seguirá la parte medular de la rola. Escuchamos un riff una guitarra enérgico y bien hecho, con un sonido bien clásico, junto a un bajo profundo y golpeador que complementa el poder de esta parte de la canción. El segundo cambio de la rolita nos lleva a una parte tranquila, moderada, donde el bajo, con un toque de fuzz, y la batería, con su groove intenso, nos llevan a un sosiego que la guitarra pronto enfatizará con los arreglos que va intercalando en el riff base. El segundo tema del álbum, de título Abduction, inicia con los tres instrumentos con mucha contundencia, después algunas repeticiones, queda la guitarra repitiendo sólo dos notas constantemente, sin variaciones, por casi dos minutos y medio, con breves intervenciones intermitentes de la batería y del bajo, dando este último un poco de variedad al complementar las notas de la lira; después de ese extenso pasaje, comienzan los tres instrumentos a dar un riff con tintes doom: lento, oscuro, cavernoso, pero con ese toque retro que tiene la banda en su sonido. De forma breve, el bajo, con un sonido muy grave e intenso, aderezado con poco de fuzz, y la batería, manteniendo el ritmo estable y macizo, se quedan dando un ritmo espesote, al que después se le une la guitarra, primero siguiendo el riff del bajo, luego, haciendo un solo con un sonido clásico y bien sabrosote; al terminar, Roberto cambia el groove de la batería, aunque mantiene lento en el tempo, los golpes aumentan ligeramente, la guitarra se silencia y el bajo queda hasta el final de la canción, dando fin a la abducción (mental, mediante la insistente repetición de unos sonidos, como al inicio, el cambio sutil en la cadencia y los golpes que no perturban ese estado de trance inducido por la melodía).



El tercer track se titula Black hole, tiene un comienzo bastante bueno: el bajo dando la nota al inicio de la cadencia, mientras la guitarra hace algunos arreglos ambientales que le dan un tono oscuro, decadente, como si fuésemos adentrándonos en una caverna; después de algunas repeticiones, Pablo pasa de una nota al riff que gradualmente será acompañado por la guitarra y acentuado por golpes en toms y en platillo por la batería. Como si nos jalara la irresistible fuerza gravitacional de un hoyo negro, no nos quedara más que la resignación y nos dejáramos guiar hacia el centro de esta enorme fuerza cósmica, comienza esta canción, la cuál cambia estrepitosamente, el ritmo es más acelerado, el riff es más vertiginoso, transmite una sensación trepidante, como si en lugar de ser aplastados por la intensa gravedad del agujero, nos llevara a un inhóspito viaje repleto de introspección a zonas desconocidas. El solo que acompaña este pasaje da mayor fuerza a esta sensación de adrenalina causada por lo desconocido, por la sorpresa que causa la continuidad del viaje que en un principio creíamos destrucción; acto seguido, al terminar el tremendo solo, llega la calma, un pasaje en el que riff del bajo es tranquilo y calmo (pese a que la batería conserva un poco de su estruendo anterior) y la lira nuevamente alterna algunos sonidos ambientales y arreglos que llenan de misterios la atmósfera que se crea. La cuarta rola del disco, titulada Acid vision, comienza con bastante poder: la guitarra haciendo el riff principal, con un sonido setentero, rasposo e intenso, lo acompañan, después de un par de vueltas en solitario, la bataca y el bajo, la batería da un remate, se intercalan batería con un riff de bajo y lira, para pasar al riff inicial. Luego de un breve silencio, cambia la rola, transmite una sensación más fumada, más introspectiva, para dejarse hipnotizar por el ritmo mientras la guitarra hace un solo de efectos alucinógenos. Una rola que, como su nombre lo indica, es pura ligereza, puro arrebato al mismo tiempo que los riffs magnetizan nuestra atención y nos hacen disfrutar sin mayor diligencia que atender el sonido y construir el viaje nosotros mismos.




La quinta rola, ya perfilándonos hacia el final del disco, encontramos Crop circle, la rola más larga de este álbum, que inicia con un remate de batería y de inmediato a dar leñazos con el ritmo lentote y espeso, con una guitarra de sonido clásico a la vez que viscoso, y el bajo, profundo, bien envolvente que le da mayor profundidad a la fuerza que trae la lira y los golpes a los tambores. Después de este intro tan ponchado, cambia hacia la parte medular de la canción: la batería mantiene un ritmo lento y contundente, el bajo en esta ocasión hace una base rítmica en lugar de seguir totalmente el riff, además, su sonido cambia, ahora tiene más ataque que en las canciones anteriores, debido a ello, al menos la sección de graves tiene un matiz más moderno en su sonido; la guitarra, sobre todo esto, primero suena con un nuevo riff buenísimo para continuar con unos arreglos y un solo tremendamente chingones. El aura mística que trae esta canción es debido a los soleos de la lira y las bases rítmicas que van dando algunas variaciones que le dan más sabor. La tercera parte de la rola, el riff cambia nuevamente, el bajo, potenciado por un toque de fuzz, en esta ocasión lo establece, y la lira continúa y le da esos agudos fuzzeados y crujientes que terminan por darle contundencia a esta tercer y ultima parte para cerrar la canción por todo lo alto. Sagarmatha cierra con Cosmic diablo, que inicia con un bajo crujiente y espeso, bien denso y con harto fuzz, dándole al riff una emotividad algo trágica. Poco a poco, este inicio va tomando otra forma, pero con la misma idea transmitida: el riff se vuelve un poco más violento, más agresivo en cuanto a las notas y la velocidad, hasta tiene algunos toques oscuros cuando Roberto disminuye o deja de tocar los platillos por momentos. Cambia la rola nuevamente, con el bajo dando inicio a una nueva parte y dando el parteaguas para el ritmo, junto a la base con la cual la lira hace esos arreglos místicos y setenteros que poblaron cada rola de forma magnífica, ¡qué mejor forma de llevar a la cúspide una rola y el final de un álbum que esta!

Después de la primera vez que lo escuché y del buen sabor de boca que me han dejado, me parece un álbum bastante bueno, en particular y a modo totalmente subjetivo, creo que Black Hole y Acid Vision fueron mis rolas favoritas. Como mencioné desde el inicio, el sonido setentero es un distintivo de la banda: una guitarra cavernosa, un sonido áspero y agresivo; el bajo profundo, definido pero capaz de rellenar con las notas graves y una batería que, dicho sea de paso, se nota al escuchar su estilo la influencia del prog. rock y bandas asociadas a este género, sus golpes son contundentes y precisos, grabados para captar esa fuerza de una vez. Así como el año pasado estuvieron activos en eventos bastante buenos (de buenas fuentes sé lo bueno que estuvieron), espero este año continúe el rock en vivo para aprovechar escucharlos, y si ustedes, como yo, no han tenido tal placer, aprevechen que todo se ha renovado y tocadas no le faltarán a este power trío que han logrado hacer un sonido tan peculiar y tan chingón.


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-Mack



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